Historia General del Pueblo Dominicana Tomo IV

490 Clubes,gremios y sociedades culturales,1875-1930 componían la élite de las ciudades, por debajo de la cual había varias capas de profesionales y burócratas, entre los que se destacaban algunos abogados y QRWDULRV FRQWDGtVLPRV PpGLFRV \ IXQFLRQDULRV GHO *RELHUQR ORV RÀFLDOHV GHO Ejército y una gran variedad de artesanos». 68 Como fue detectado por H. Hoetink en su investigación sobre el pueblo GRPLQLFDQR D ÀQDOHV GHO VLJOR XIX , no fue casualidad que en las principales ciudades del país comenzaran a surgir sociedades y clubes. Esta fue conse- cuencia del regionalismo, el aislamiento social debido a la falta de caminos, puentes y carreteras y la concentración de la economía en manos de nuevos grupos económicos; se inició la división en castas «de quienes se considera- EDQ >«@ GH SULPHUDª SXHV ORV JUDQGHV VHFWRUHV HFRQyPLFRV TXH QDFLHURQ R se fortalecieron durante la dictadura de Lilís sintieron «la necesidad de hacer YDOHU VX LQÁXHQFLD HQ HO HMHUFLFLR GHO SRGHUª 69 pero también en los sectores medios y entre los artesanos el fenómeno fue repetitivo, haciendo que ellos crearan sus núcleos organizados a partir de intereses económico-sociales. No VRUSUHQGH GLFH +RHWLQN TXH ©HO H[FOXVLYLVPR VRFLDO GH OD FODVH DOWD SURYRFDUD tendencias similares en la clase baja. La gente de color tenía también sus cen- tros sociales y en sus reglamentos campeaban las limitaciones». 70 Esta situación fue palpable en las principales ciudades del país, especial- mente la capital, Santiago, Puerto Plata y San Pedro de Macorís, aunque con el WLHPSR VH KL]R FRP~Q TXH HQ RWUDV FLXGDGHV H[LVWLHUD XQ FOXE R XQD VRFLHGDG HQ TXH ODV IDPLOLDV PiV SXGLHQWHV \ GH PiV LQÁXHQFLD VRFLDO VH DJUXSDUDQ para sus actividades sociales. Como parte de la élite urbana se encontraban ORV LQWHOHFWXDOHV \ FRPHUFLDQWHV TXH H[SUHVDEDQ HQ VX FRWLGLDQLGDG ODV GLIH - rencias sociales marcadas por las condiciones económicas. 71 Esas sociedades y clubes, entre los que se encontraban el Centro de Recreo en Santiago de los Caballeros, el Casino Central en La Vega, el Club Esperanza en San Francisco de Macorís, el Club del Comercio en Puerto Plata, el Casino de la Juventud, el Club Unión y la Casa España en Santo Domingo, así como el Club 2 de Julio en San Pedro de Macorís, mantendrían permanen- WHV DFWLYLGDGHV TXH LEDQ GHVGH ODV FHOHEUDFLRQHV GH ODV IHFKDV SDWULDV ÀHVWDV bailables, participación en el carnaval, y veladas para celebrar las fechas de ODV IXQGDFLRQHV GH ORV FOXEHV 7DPELpQ MXHJRV ÁRUDOHV HQ ORV TXH VH FRPSHWtD con ensayos, poemas y música, celebración del «juego de San Andrés», o sim- plemente actividades recreativas para el esparcimiento de los socios de cada una de ellas. La costumbre de formar clubes trascendió a los deportes de la época, siendo el juego de pelota o baseball, de interés para los jóvenes relacionados con las élites sociales de la época. En poco tiempo fueron constituyéndose

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