Historia General del Pueblo Dominicana Tomo IV
Los renglones campesinos y semicapitalistas (c1870-1930) 42 agricultores y los intermediarios. Como retribución, la CAT les pagaba a los intermediarios una comisión por el tabaco recolectado. Por lo tanto, no debían cobrar intereses por los «avances» que daban a los productores. La práctica de cobrar intereses usureros —«el módico 20», como irónicamente se les de- nominaba— constituía una de las fuentes principales de las desavenencias entre los cosecheros y los intermediarios. Ello ponía en riesgo las ganancias de las casas comerciales ya que dichos desacuerdos trababan, interrumpían u obstaculizaban la entrega y el acopio de las cosechas. $PpQ GH HVTXHPDV FRPR HVWH HQFDPLQDGRV D UHJXODU HO ÀQDQFLDPLHQWR \ el acaparamiento de la producción de los cosecheros, los sectores mercantiles y algunos organismos gubernamentales trataron de «modernizar» las técnicas productivas de los agricultores. Su objetivo central era mejorar la calidad de los productos agrícolas de manera que resultaran más aceptables en los países importadores. Por ejemplo, en los años veinte y treinta la Cámara de Comercio de Santiago, entidad corporativa de los sectores empresariales locales, esta- bleció un sistema de crédito —con recursos aportados por el Gobierno— para ÀQDQFLDU OD FRQVWUXFFLyQ GH UDQFKRV GH WDEDFR GRQGH VH SRQHQ D VHFDU ODV hojas luego de ser cosechadas. Contar con ranchos con ventilación adecuada y, asimismo, que protegieran contra la lluvia y las granizadas era crucial para obtener un producto de mérito. Por ello los sectores mercantiles se empeñaron en mejorar los ranchos de los cosecheros. Incluso se alegó que ese plan había VLGR XQ URWXQGR p[LWR \D TXH FLHQWRV GH FRVHFKHURV XVDURQ ORV SUpVWDPRV SDUD construir o mejorar sus ranchos. Esto desmentía—se añadió—la percepción de que los campesinos usaban los créditos o los «avances» que recibían para adquirir bienes de consumo, en detrimento de las inversiones en la produc- FLyQ 3HVH D WDQ EXHQRV DXVSLFLRV HO SODQ GH ÀQDQFLDPLHQWR GH ORV UDQFKRV de tabaco fue descontinuado, en parte como efecto de la crisis económica que azotó al mundo en esos años. Al descenso de la demanda se sumaron las in- WULJDV GH ORV LPSRUWDGRUHV LQWHUQDFLRQDOHV TXLHQHV PDTXLQDURQ FRQ HO ÀQ GH disminuir aún más los precios —ya ruinosos— del tabaco dominicano. Parte de su estratagema radicó, precisamente, en recalcar la baja calidad del tabaco GRPLQLFDQR DVt ORV H[SRUWDGRUHV ³\ SRU HQGH ORV FRVHFKHURV³ VH YHUtDQ forzados a aceptar precios más bajos por sus hojas. 53 Para las élites dominicanas resultaba imperativo mejorar la calidad de los SURGXFWRV DJUtFRODV GH H[SRUWDFLyQ VREUH WRGR ORV GH RULJHQ FDPSHVLQR FRPR HO WDEDFR HO FDIp \ HO FDFDR <D GHVGH ÀQHV GHO VLJOR XIX se habían hecho esfuer- ]RV HQ WDO VHQWLGR FRPR HMHPSOLÀFD OD /H\ GH IUXWRV GH H[SRUWDFLyQ aprobada por el Ayuntamiento de Santiago en 1894. Dicha medida pretendía establecer un VLVWHPD GH LQVSHFFLyQ GH ORV ELHQHV H[SRUWDGRV GH PDQHUD TXH VH JDUDQWL]DUDQ
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