Historia General del Pueblo Dominicana Tomo IV

Los renglones campesinos y semicapitalistas (c1870-1930) 38 de propiedad, y que abogaban por la propiedad individual. Como un medio para fortalecer más aun la propiedad privada moderna, en 1912 se aprobó la Ley de registro de propiedad territorial , que tenía entre sus objetivos la creación GH XQ FDWDVWUR GH ÀQFDV U~VWLFDV 42 Aunque la partición de los terrenos comu- neros había comenzado mucho antes de la aprobación de esas leyes, estas tuvieron repercusiones inmediatas. Por ejemplo, generaron una oleada de notarizaciones y de inscripciones de títulos, entre otras cosas, con el objetivo de proteger los derechos sobre las tierras que se poseían u ocupaban. A pesar GH HOOR HQ FLHUWDV UHJLRQHV GHO SDtV VH IDOVLÀFy XQD JUDQ FDQWLGDG GH WtWXORV GH SURSLHGDG \ GH ©SHVRV GH DFFLyQª FRQ HO ÀQ GH REWHQHU WLHUUDV IUDXGX - lentamente. Así ocurrió especialmente en el Este, donde hubo un verdadero alud de títulos apócrifos, aprovechados por los empresarios para concentrar tierras, incorporadas muchas de ellas a los latifundios cañeros. Asimismo, los potentados tradicionales —como los madereros, los hateros y los caudillos re- JLRQDOHV³ VH YDOLHURQ GH VX SRGHU H LQÁXHQFLDV SDUD DSRGHUDUVH GH DEXQGDQ - tes tierras comuneras. 43 /DV IDOVLÀFDFLRQHV SUROLIHUDURQ VREUH WRGR HQ UHJLRQHV escasamente pobladas, donde la economía campesina estaba poco desarro- llada. Por el contrario, en lugares como el Cibao, donde el campesinado era QXWULGR \ UHODWLYDPHQWH SUyVSHUR OD IDOVLÀFDFLyQ GH WtWXORV IXH PXFKR PHQRU 5HJLRQHV VLPLODUHV DO &LEDR HVWXYLHURQ PHQRV H[SXHVWDV D OD XVXUSDFLyQ GH tierras y al surgimiento de grandes latifundios como resultado del timo y de OD IDOVLÀFDFLyQ GH WtWXORV (Q WDOHV OXJDUHV PXFKDV GH ODV DQWLJXDV WLHUUDV FR - muneras pasaron a manos de los campesinos o de productores rurales o hasta de empresarios urbanos que no alteraron en lo fundamental las bases de la producción campesina. C APITAL COMERCIAL Y ECONOMÍA CAMPESINA Por demás, había sectores urbanos que abogaban por la economía agraria de base campesina. Entre estos se encontraban aquellos letrados que valo- raban la economía campesina e, incluso, que pensaban que el campesinado constituía un pilar de la identidad nacional. Si bien en minoría frente a quienes propulsaban la «ideología del progreso» —que patrocinaba la erradicación del «arcaísmo» rural—, esos sectores defendían la economía campesina y re- chazaban aquellos elementos de la modernidad que arruinaban, empobrecían o envilecían al campesinado. 44 3RU RWUR ODGR WDPELpQ H[LVWtDQ FRPHUFLDQWHV

RkJQdWJsaXNoZXIy MzI0Njc3