Historia General del Pueblo Dominicana Tomo IV

Historia general del pueblo dominicano 33 del mercado era concebida por las élites latinoamericanas y caribeñas como un elemento fundamental de sus proyectos civilizadores. Pensaban, sobre todo, que era imprescindible que las masas campesinas adoptaran formas y estilos de vida acordes con los patrones prevalecientes en Europa y Estados Unidos, reputados como baluartes de la modernidad. Reacias a tales mode- los, las masas rurales debían ser controladas, templadas y encauzadas por el 3RGHU TXH DVXPLUtD XQ SDSHO UHFWRU GHÀQLHQGR ORV PROGHV OHJDOHV VRFLDOHV \ culturales a partir de los cuales se desarrollarían las actividades productivas de los numerosos y «bárbaros» sectores campesinos. 28 Uno de los elementos nodales de esa aspiración estribaba en renovar las HVWUXFWXUDV DJUDULDV HQ DOJXQRV FDVRV VH SUHWHQGtD PRGLÀFDU ORV VLVWHPDV latifundistas tradicionales, concebidos como arcaicas herencias coloniales que impedían la aplicación de las más innovadoras técnicas agrícolas y de los sistemas de trabajo modernos. 29 Más frecuentemente, se pretendía alterar o hasta erradicar los usos campesinos de la tierra —así como las formas de propiedad asociadas a esas prácticas—, conceptuados, igualmente, como ré- moras que impedían la modernización económica. Asimismo, se pensaba que esas formas arcaicas de posesión constituían el sustento material de formas de vida bárbaras, primitivas o incivilizadas, y que lastraban la marcha de las naciones latinoamericanas y caribeñas hacia el «progreso». En la República 'RPLQLFDQD GHVGH ÀQHV GHO VLJOR XIX se desató una ofensiva contra los estilos de vida rurales y las formas añejas de propiedad que, alegadamente, obstacu- lizaban la modernización de la producción agrícola y de la posesión del suelo, y que, en consecuencia, impedían el surgimiento de sujetos modernos, de ciudadanos capaces de contribuir a la forja de una nación civilizada. A tono con esa «ideología del progreso» —como atinadamente la ha denominado Raymundo González—, 30 los grupos de poder y el Estado se abocaron a trans- formar aspectos cruciales del mundo rural. Por ejemplo, se aprobaron nu- merosas medidas —infructuosas la mayoría— prohibiendo la «crianza libre». Como se señaló anteriormente, se alegaba que el deambular de los animales atentaba contra el desarrollo de la agricultura ya que las bestias, al penetrar en los campos cultivados, dañaban o destruían las cosechas. Impedir la «crianza OLEUHª WHQtD SXHV XQ ÀQ HFRQyPLFR LQPHGLDWR IDYRUHFHU HO GHVDUUROOR GH OD agricultura. Mas ese anhelo tenía como sustrato una de las ideas fundamenta- les del liberalismo: la noción de que la protección de la propiedad individual HUD LPSUHVFLQGLEOH SDUD JDUDQWL]DU OD H[LVWHQFLD GHO VXMHWR PRGHUQR SRU DQ - tonomasia, es decir, del ciudadano. 31 Desde tal perspectiva, la «crianza libre» estaba en contradicción con la propiedad privada ya que atentaba contra la seguridad y la prosperidad de los ciudadanos que se perjudicaban con ella.

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