Historia General del Pueblo Dominicana Tomo IV

Historia general del pueblo dominicano 31 campesinos haitianos hacia la República Dominicana. En dicha zona, incluso VXUJLHURQ KDELWDQWHV FXOWXUDOPHQWH KtEULGRV SURGXFWR GH OD FRH[LVWHQFLD HQ ella de dominicanos y haitianos. 23 Como es natural, las zonas rurales con economías campesinas más com- plejas y desarrolladas tenían una mayor densidad poblacional. Entre estas sobresalía el Cibao, sobre todo las comunes de Santiago, La Vega y Moca. En lugares como estos, la tierra estaba más distribuida que en aquellos donde pre- dominaban las plantaciones cañeras o los grandes hatos ganaderos, que eran las principales manifestaciones del latifundismo a principios de la centuria pasada. Pese a tales diferencias regionales, vista globalmente, en la República Dominicana durante las primeras décadas del siglo XX todavía prevalecía una situación de «recursos abiertos». Es decir, la ocupación del suelo estaba lejos de alcanzar un grado de saturación que, por un lado, obstaculizara el creci- PLHQWR GHPRJUiÀFR HQ ODV iUHDV UXUDOHV \ TXH SRU HO RWUR LPSLGLHUD HO DFFHVR de los campesinos a la tierra. Por supuesto, había variaciones importantes. En (O 6HLER SRU HMHPSOR OD H[SDQVLyQ GHO ODWLIXQGLR FDxHUR ³LPSXOVDGR SRU HO capital foráneo y amparado por el Estado— conllevó el desalojo de los cam- pesinos y los hateros tradicionales. Para ello se usaron medios diversos, entre ellos la compra de tierras a precios irrisorios, el fraude legal y la estafa, y la H[SXOVLyQ GH ORV FDPSHVLQRV GH VXV IXQGRV PHGLDQWH OD IXHU]D \ HO DWURSHOOR Ese proceso de despojo y desposesión fue condonado durante la ocupación estadounidense de 1916-1924, cuando los consorcios azucareros se valieron de todos los medios a su alcance para incrementar sus propiedades a costa de los habitantes del campo. 24 Pero esas usurpaciones afectaron a una propor- ción muy reducida del campesinado debido, precisamente, a la escasísima población de las provincias orientales. 3RU GHPiV OD H[LVWHQFLD GH DPSOLDV ]RQDV VLQ FXOWLYDU HQ OD 5HS~EOLFD Dominicana hizo posible que los campesinos ocuparan tierras vírgenes o que DSHQDV KDEtDQ VLGR H[SORWDGDV (Q HO 6XU KXER PLJUDFLRQHV KDFLD UHJLRQHV como San Cristóbal, Baní, Azua, Barahona, San José de Ocoa y San Juan de la 0DJXDQD HQ HO &LEDR VH H[WHQGLy OD RFXSDFLyQ GH WLHUUDV HQ 6DQ )UDQFLVFR GH Macorís, Salcedo, Cotuí y Bonao; en la Línea Noroeste se ampliaron los terri- torios cultivados en Navarrete, Mao, Esperanza y Monte Cristi; en la frontera aumentó la colonización en lugares como Dajabón y Las Matas. Asimismo, se abrieron al cultivo zonas altas como Pedro García, San José de las Matas y Constanza. Finalmente, en las zonas aledañas a Puerto Plata, Santiago y Santo 'RPLQJR DXPHQWy HO FXOWLYR GH YtYHUHV FRQ HO ÀQ GH VDWLVIDFHU OD GHPDQGD de esos centros urbanos. 25 La apertura y la ocupación de tierras estuvieron vinculadas con las migraciones internas, propiciadas por la baja densidad

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